Por Juan Tomás Valenzuela,
Ese don de reinventarse
que tienen estos corruptos,
hace ver lo del erupto
como algo pa’no asombrarse.
La chercha de ir parquearse
a la Playa Guayacanes,
como que son alemanes,
de Eslovenia o de Japón,
le lucirá a otro varón
pero no a estos charlatanes.
La ingesta de yaniqueque,
agua e’coco y huevo güero,
no hará humilde a estos rastreros
criados en el timbeque.
La pila de comecheques
celebrando a estos cretinos,
que nada más toman vinos
de reservas exclusivas,
olvidan la mala vida
de sus tiempos de inquilinos.
Quienes no podían pagar
un cuartico de pensión,
hoy nos miran de un balcón
desde la torre ATIEMAR,
libando vinos, caviar,
jamón, Borgoña y sorrento,
mientras nosotros, atentos
a un pollito en el guateque,
ellos con un yaniqueque,
pretenden vivir del cuento.
El Chopo de Villa Juana
que hizo vida en Nueva York,
se puso en el modo: Actor,
pa’echarnos una canana.
Pelando como banana
este long play de manteca,
al láo de una vieja culeca
que le salía el corazón,
mirando como este hampón
la ultrajaba como ñeca.
Un hombre que no hace tanto
deambulaba en un Cepillo,
que si no se mete a pillo,
aún lo estuviera empujando,
por ahí se anda retratando,
nomás haciendo el ridículo,
usando como vehículo
para enrostrarnos miseria,
a esta doñita y su histeria
pa’que alguien le haga un artículo.
Juan de los Palotes
14 enero 2019